Gol cien en un clásico: Léider, Omar y las Leonas

Léider Preciado, Omar Pérez y Santa Fe femenino comparten el haber anotado el centenar de goles oficiales en un clásico bogotano.

La paraguaya Fany Gauto anotó el gol número 100 de la historia del conjunto femenino de Independiente Santa Fe. Ocurrió durante el clásico bogotano válido por la fecha 2 del torneo 2020. La volante de las Leonas abrió el marcador del partido, disputado el 21 de octubre en el municipio de Mosquera, que terminó 3-2 para Santa Fe.

De esta forma, las Leonas se suman a Léider Preciado y a Omar Pérez en haber anotado el gol 100 de sus carreras a Millonarios.

El de Léider se registró el 22 de agosto del 2004. Preciado llegó al clásico capitalino con 98 goles en su carrera. Con una tripleta, superó los cien goles oficiales. A la postre se convertiría en el mayor goleador del clásico bogotano, con 15 tantos.

Omar convirtió su centenar de goles oficiales el 31 de agosto del 2014, en partido que culminó 1-0 para el Expreso Rojo.

Y las Leonas, en su cuarta temporada de profesionalismo, completaron su centenar de goles ante el mismo rival, gracias el tanto de Gauto, de tiro penal.

Clásico bogotano a puerta cerrada

El primer clásico capitalino sin público se disputó el 1ro. de octubre del 2005, debido a la sanción interpuesta a Millonarios por comportamiento violento de sus aficionados. Santa Fe ganó 3-1.

En el 2005 se disputó el primer clásico bogotano a puerta cerrada. En el torneo finalización de ese año, Millonarios fue sancionado por las autoridades por comportamiento violento de su afición. El club azul, quien oficiaba de local, fue penalizado con disputar sin público el encuentro ante su rival de plaza.

El partido se jugó el primero de octubre y el Expreso Rojo se impuso por marcador de 3-1, con goles de Luis Yánez, Jairo Suárez y Nelson Olveira (de penal). Neco Martínez atajó penal.

Formaciones:

Millonarios: Juan Francisco Irigoyen; Omar Rodríguez, Jaime Bustamante, Nicolás García (sub 20), Gustavo Victoria; Diego Córdoba, Bonner Mosquera; Harry Castillo, Sebastián Hernández, Gabriel Fernández; y Martín García. D.T.: Fernando ‘Pecoso’ Castro.

Independiente Santa Fe: Luís Enrique Martínez; Pablo Pachón, Nelson Olveira, Francisco Nájera, Francisco Delgado; Juan Carlos Ramírez, Carlos Ortiz, Jairo Suárez (sub 20), Daniel Gamarra; Luís Yanes y Mario Alejandro Benítez. D.T.: Germán ‘Basílico’ González.

Santa Fe y Millonarios empatan en el primer clásico femenino del profesionalismo

Las «Leonas» igualan 1-1 ante las rivales de plaza en inédito partido. Leicy Santos, que alista su incorporación al Atlético de Madrid, recibe homenaje

El histórico clásico bogotano entre Santa Fe y Millonarios por Liga Femenina terminó empatado 1-1 este miércoles en el estadio de Techo. Dos equipos que prometen, dejaron todo en la cancha y divirtieron a los 3.963 aficionados que asistieron al partido de la segunda fecha.

Las leonas empezaron con más ímpetu en el ataque y en los primeros minutos inquietaron el arco de la trinitaria Kimika Forbes. En Santa Fe la mejor era Diana Celis, muy rápida y movediza en el ataque.

Millonarios apostó a esperar, con mucho orden defensivo, y tratar de controlar a las talentosas Paola Sánchez y Leicy Santos, esta última quien se despedía de la hinchada cardenal. Fue un juego reñido, típico de clásico, con 22 mujeres que no desfallecieron en ningún momento y dieron un buen espectáculo.

A falta de 11 minutos para el final, Santa Fe encontró el empate en una jugada en la que Paola Sánchez protegió el balón, incursionó por izquierda y metió un remate, que parecía centro, pero que se coló en el ángulo superior izquierdo del arco azul, para el empate 1-1.

Conmovedora despedida de Leicy Santos

Leicy Santos vivió por última vez de cerca el amor que le tienen los hinchas de Santa Fe por lo hecho en estos años como la ‘10’ del equipo femenino. Campeona del primer título de la Liga con las leonas, la talentosa mediocampista partirá para el Atlético de Madrid.

La jugadora, que disputó 32 partidos de Liga y convirtió 24 tantos, además de los 3 juegos y 2 goles en la Copa Libertadores 2017, aseguró que se iba “nostálgica por todo el cariño de la hinchada y de la institución. Siempre me hicieron sentir en familia y me voy con el sinsabor del empate”.

“Se me eriza la piel por lo que viví y por lo que pasó esta noche. Los hinchas saben que los voy a llevar en mi corazón y espero un día poder volver para ganar más títulos. Pasé grandes momentos con mis compañeras y me llevo los mejores recuerdos”, aseguró.

Información de futbolred.com

El único clásico bogotano con un ganador a nivel continental

En 1976, Santa Fe y Millonarios se enfrentaron en la fase de grupos de la Copa Libertadores. El primer duelo culminó igualado a un gol, pero el segundo terminó con victoria del cuadro cardenal por 1-0.

Por El Espectador

El 25 de marzo de 1976 Bogotá se paralizó mucho antes de que comenzara el partido entre Santa Fe y Millonarios por la primera ronda de la Copa Libertadores. Lo hizo desde bien temprano en la mañana, cuando los maestros del país tomaron la decisión de suspender actividades, y los niños llegaron a las aulas de los colegios distritales para un día de escuela y terminaron teniendo una jornada sin clases, de jugar fútbol, de hablar del encuentro entre cardenales y embajadores, de hacer círculos socráticos no para dialogar de la existencia sino para definir quiénes eran del bando azul y quiénes del rojo. “Más horas de sueño, más horas de fútbol y de deporte al aire libre”, dice la crónica de El Espectador, que trató de reflejar lo que hicieron los alumnos en la capital del país y que terminó hablando de algo más allá del problema de orden nacional: el clásico bogotano entre el campeón y el subcampeón.

La cultura dominical del hincha hizo ver ese jueves como si fuera un domingo más, un día en el que el azar fue mejor que la lógica y, por ende, muchos que no tenían planes terminaron en el estadio El Campín, viendo al árbitro paraguayo José Romei, uno de los primeros suramericanos que dirigieron en Europa, braveando de manera imponente a los jugadores que se paraban desafiantes frente a él.

También al arquero peruano Hugo Horacio Ballesteros atajando pelotas de gol, equivocándose en el minuto 41 tras soltar el balón luego de un tiro libre de Ramiro ‘El Bimbo’ Viáfara, que culminó, tras una serie de rebotes, con el remate seco de Juan Carlos Sarnari para el único gol del encuentro. “Su único error: la flojera de manos”, el texto que acompañó la calificación hombre por hombre de este diario. El aficionado de Santa Fe disfrutó del buen juego de Héctor Javier Céspedes, un definidor tranquilo, frío, a veces tan frío que parecía no sentir la emoción del juego, mucho menos el calor de un clásico, pero que siempre, a su manera, le hacía la vida imposible a Millonarios, club con el que debutó cuando tenía 17 años.

“Venía de un año duro por las lesiones y me estaba recuperando de a poco. Creo que entré en el minuto 20 del segundo tiempo, por orden de Francisco Hormazábal y solo tuve esa oportunidad. De hecho, lo único que hice fue empujarla y ya. Fue algo muy sencillo para la alegría tan inmensa que tuvimos, que generamos en la afición”, recuerda Juan Carlos Sarnari, no sin antes mencionar que en aquella época las banderas azules y rojas se mezclaban en la tribuna, que los únicos cruces entre hinchas eran de cánticos, que lo importante no era agredir al otro sino opacarlo con la voz.

Y mientras Sarnari vivió un momento especial, del otro lado, Miguel Ángel Coverti sufrió la rudeza de Alfonso ‘El Cachaco’ Rodríguez, el defensor que dejaba pasar la pelota, pero no al jugador. “Un gran jugador, siempre lo hemos reconocido, pero no está bien visto en él su juego antideportivo contra Alfonso Rodríguez”, diría la reseña de este diario y a lo que hoy, 42 años después, el mismo Converti contesta. “Era el roce normal que hay en un campo de fútbol. Se terminaba el partido y ya todo olvidado. Nunca tuve una mala intención, solo que ‘El Cachaco’ me entraba muy fuerte y no podía dejarme. Era la manera de vivir un clásico. De hecho, años después, entablamos una gran amistad, cuando él me dirigió en Santa Fe”, le dice Miguel Ángel a El Espectador.

Lo curioso de esta historia es que ese resultado no ayudó a Santa Fe, que terminó último del Grupo 4, con cuatro unidades, y que sí perjudicó de manera considerable a Millonarios que fue segundo de esa zona, pero que quedó fuera de carrera al completar seis puntos, dos menos que Alianza Lima de Perú, el club que avanzó a la segunda fase.

Santa Fe le da la vuelta a Maturana

En la primera fecha del campeonato de 1998 se jugó el clásico bogotano. El 70 por ciento del estadio era azul. Y era el debut de Maturana en el banco millonario. Las expectativas de triunfo estaban de su lado. Pero ese día el rojo fue el que ganó. Santa Fe perdía 1-0, pero con garra remontó y ganó. El gol del empate fue el primero de Léider Preciado en un clásico. En total fueron 15, que lo convirtieron en su goleador histórico. La crónica de ese inolvidable partido.

Por Gabriel Meluk

¿Ustedes se acuerdan de la fábula famosa de la tortuga y la liebre? Ayer en El Campín la historia de la liebre pedante, autosuficiente y sobradora y de la humilde tortuga consciente de sus limitaciones se repitió. Millonarios, el supermillonarios de Francisco Maturana, empezó ganando, pero el Santa Fe, el discreto Santa Fe de Slodovan Zecevich (¿quién?), le dio una espectacular voltereta al marcador y se adueñó de la primera victoria del año 2-1.

¡Increíble! Santa Fe, que durante 73 minutos demostró que no tenía cómo hacer un gol, ganó. Y Millonarios, que siendo un poquitico más que el rival en ese lapso, un poquito nada más, perdió porque pecó por soberbia.

De partido de verdad solo hubo 20 minutos. Los últimos. El resto fue un concierto soso de malos pases y errores de ambos lados.

Por eso, el juego con pasión de clásico, emoción de fútbol, goles, gritos y lamentos, comenzó cuando el cronómetro mostró el 28 del segundo tiempo. Todo se inició en un tiro libre cargado a la derecha del ataque santafereño. Iván López, un sardino que está pidiendo pista desde hace rato, casi no levanta la pelota, que buscó las 18.

Alvaro Aponte, el central azul, quiso despejar, pero dejó la pelota viva en el área. Su compañero Héctor Mario Botero, el paisa de discreto estreno, intentó un nuevo rechazo, pero dejó la pelota al borde de las 18. Ahí estaba otro pelado de esos de poco nombre en Santa Fe, John Bayron Marulanda, que pegó el balón a su bota izquierda, levantó la cabeza y filtró un pase al otro lado, por donde corría Carlos El Pipe Uribe como una balita.

Uribe quedó solo. La defensa se jugó un pasó adelante y dejó al portero Héctor Burgues condenado a su adversidad. Uribe pateó. Su disparo superó con facilidad al portero, que quedó a mitad de camino, y sobre la línea de gol Léider Preciado metió la pierna y anotó el empate transitorio.

Pero lo mejor estaba por venir. Cuatro minutos más tarde, cuando Santa Fe le perdió el respeto y el temor a Millos, Orlando Garcés puso el 2-1. Tiro de esquina que levantó López. Garcés, sin ninguna marca a su lado, se elevó y metió un cabezazo seco y arriba para el 2-1. La defensa azul, con portero y todo, miró la jugada sin moverse.

Soberbia, un viejo mal

A las 3 de la tarde todo era fiesta de Millos en El Campín. De los casi 40.000 hinchas que llegaron al estadio, por lo menos 30 tenían camisetas azules. Cuando los altoparlantes dejaron escapar una voz alegre que recitaba la formación de Millos, estallaban las tribunas en aplausos y gritos de euforia. Director técnico: Francisco Maturana , dijo el locutor y la ovación fue total.

A las 3:30 con la salida del equipo al campo, ningún hincha (ni muchos periodistas) se imaginaban una derrota de Millos, el equipo que durante todo el primer tiempo fue superior, aunque no mucho, y que se puso arriba en el marcador a los 38 minutos. Laboratorio en la derecha del ataque. John Mario Ramírez pisó la bola y la corrió para que El Pony Maturana, alistara el gatillo y sacara un zurdazo que se metió por el centro del arco, con algo de complicidad del arquero Agustín Julio, que se movió hacia su izquierda.

Santa Fe no mostraba nada. En ataque era nulo y en defensa estaba asustado. Le tenía mucho temor a un equipo que tenía la obligación de imponer el ritmo y la iniciativa. Cuando iban 10 minutos del segundo tiempo nadie daba un peso por los rojos. Millos, sin ser mayor cosa, ganaba con tranquilidad el clásico.

Y vino el síndrome de la liebre. Como con Popovic, con Prince, con Otoniel, con Castelnoble y con Umaña, el equipo pensó que tenía liquidado el partido y se olvidó de jugar. No ataque, no control de balón, no concentración, no nada.

Y el humilde santafecito se levantó de a pocos, gracias a Iván López, por la derecha, al sacrificio y la entrega de la Cachaza Hernández y a la zurdita prometedora de Marulanda.

Santa Fe ganó bien y con justicia. Fue un equipo serio que, consciente de sus limitaciones, dio una voltereta inesperada al marcador. Y Millonarios perdió por esa maldita soberbia que acompaña al equipo desde hace años.

Pero, ojo: eso no significa que Santa Fe ya será campeón y que Millonarios descenderá. Por el contrario, los azules siguen siendo candidatos al título de la temporada al equipo lo armaron para eso, y Santa Fe, que tiene de hijo a su archirrival (en los últimos 9 clásicos ganó 5 y empató 3), tiene una nómina para estar en la mitad de la tabla.

Por ahora, el sol salió más temprano para Santa Fe, que ganó un poco, y el cielo de Millos amaneció nublado. ¿O no, Pacho?

“A mí me ganó el corazón la hinchada de Santa Fe”: Eduardo Galeano

El destacado escritor uruguayo asistió a un clásico bogotano y en él se cautivó con la afición santafereña

Por Camilo Rueda Navarro

Eduardo Galeano, laureado escritor y periodista uruguayo -también reconocido por su afición al fútbol-, asistió a una edición del clásico bogotano en el marco de una visita suya a Colombia.

Y en el partido, del campeonato de 1998, se cautivó con la parcial roja: “A mí me ganó el corazón la hinchada de Santa Fe”, fueron sus palabras en una entrevista de un programa de la televisión pública hoy rescatado por Señal Colombia.

“En el primer tiempo iban perdiendo y jugando bastante mal, la verdad sea dicha. Podían haber ido perdiendo por más de un gol. Millonarios estaba jugando mucho mejor…”, narró para el programa Grand Prix. “…y aún así la hinchada con un fervor a prueba de balas, de excepciones, de desesperanza, contra toda evidencia, saltando y celebrando a su equipo y dándole ánimo”, agregó.

Alberto Galvis, entrevistador de Galeano, cuestionó que esa emotividad de la hinchada debiera controlarse, lo que el autor, un conocedor a profundidad del tema, descartó. “El fútbol no tiene la culpa de la violencia que a veces estalla en las tribunas”, dijo.

En esa ocasión, varios hinchas de la tribuna lateral norte cayeron al celebrar en “avalancha” un gol de Millonarios. Indagado por ese incidente, Galeano sopesó que “al fin y al cabo, ese desastre que ocurrió no es el resultado de ninguna pelea, no hay nada violento, nada agresivo. Fue nada más que una expresión de alegría”. Eso sí señaló que “hay que saber alegrarse de manera más sana”.

El encuentro en mención tuvo lugar el 6 de mayo de 1998 en el Estadio Nemesio Camacho El Campín y se saldó con resultado de 2-2. En esa temporada, las igualdades se definían en tanda de penales, y en ella se impuso Santa Fe.

En el cuadro rojo se destacó Léider Preciado, autor de los dos goles del “Expreso Rojo”. Con sus anotaciones, Preciado se enrumbaba al Mundial de Francia 98, mientras que en la tribuna un incógnito asistente venido desde el sur de la Patria Grande se enamoraba de la divisa santafereña gracias a la pasión de su hinchada.

Era Eduardo Galeano, autor de obras trascendentales como “Las venas abiertas de América Latina”, una especie de economía política latinoamericana, y “El fútbol a sol y sombra”, considerada una biblia para los fanáticos del fútbol y de la literatura.

Galeano nació el 3 de septiembre de 1940 en Montevideo. Fue periodista de varios medios, entre ellos el semanario Marcha. Estuvo exiliado durante la dictadura militar uruguaya. Escribió varios libros, ensayos y artículos que le valieron reconocimiento internacional. Falleció en su ciudad natal el 13 de abril del 2015.

Superliga 2013: La “final capitalina” fue albirroja

La Superliga de campeones 2013, el primer título que disputaron Santa Fe y Millonarios, fue para el Expreso Rojo

Foto: Guillermo Torres

Por Camilo Rueda Navarro

Los dos tradicionales equipos de Bogotá, Independiente Santa Fe y Millonarios, protagonizan el clásico más importante del fútbol colombiano. El único que se ha disputado ininterrumpidamente desde la creación del torneo profesional.

Sin embargo, y a pesar de haberse enfrentado a lo largo de siete décadas en varias competiciones oficiales, nunca se habían encontrado entre sí para definir un título. En el 2011, con la reforma al sistema de campeonato y con su clasificación a semifinales por llaves diferentes, se abrió esa posibilidad.

Santa Fe se había traído un empate de su visita al Once Caldas, y Millonarios ponía un pie en la final al ganarle 3-0 a Junior en la ida. La prensa deportiva y los hinchas hablaron entonces de la posibilidad de una “final capitalina”.

Pero en los partidos de vuelta, Junior empató la serie y se impuso en los penales, mientras que Caldas ganó 2-1 y fue el otro clasificado. El esperado duelo bogotano se quedó sin sus dos invitados.

Hacia la final bogotana

En el campeonato siguiente, Santa Fe consiguió su séptima estrella tras 37 años de espera. Y un semestre después, y como había pasado ya en cuatro ocasiones, Millonarios consiguió el título subsiguiente.

La obtención de las estrellas del 2012 por parte de los equipos bogotanos los puso automáticamente en el camino para disputar la Superliga de campeones, un trofeo creado ese mismo año para enfrentar a los dos ganadores de la temporada. Por fin se daba la expectante “final capitalina”.

El 24 de enero del 2013, en el estadio El Campín, y con el equipo azul como anfitrión, se disputó el juego de ida. Luis Carlos Arias abrió el marcador para Santa Fe con un zurdazo desde fuera del área. Igualó Pedro Franco, pero Arias volvió a anotar, esta vez de cabeza, pese a su corto 1,67 de altura.

Arias celebra con Wílder Medina

Arias celebra con Wílder Medina

El primer duelo finalizó 2-1 a favor de Santa Fe, “visitante” en el papel, en un juego recordado por la emotiva celebración que protagonizó Wason Rentería tras convertir un “gol” en una jugada invalidada.

El encuentro definitivo fue el domingo 27 de enero, en un estadio mayoritariamente albirrojo. En el minuto 45, Carlos Valdés puso el 1-0 para Santa Fe en una jugada de tiro de esquina. El resto del partido fue de trámite, pues los azules fueron incapaces de dar la pelea por la remontada.

Con victorias en los dos juegos, el primer campeón colombiano se hizo con la Superliga de campeones, el único título que ha disputado cara a cara con su histórico rival de plaza.

El primer clásico capitalino

Cómo se palpitó el primer clásico profesional entre Independiente Santa Fe y Millonarios

El sorteo del primer clásico oficial

Por José Luis Fernández

En la víspera del clásico bogotano, son innumerables las anécdotas que se reviven sobre este partido histórico de más de seis décadas de antigüedad y de ininterrumpida realización.

Una de ellas es el primer partido de la era profesional, que se remonta al 19 de septiembre de 1948, y en el cual Santa Fe llegaba como líder del torneo, con 9 puntos, mientras que Millonarios lo escoltaba en la segunda casilla con 8 unidades.

La revista Sábado, del político liberal Abelardo Forero Benavides, en la edición del día anterior del esperado encuentro, resaltaba su importancia publicando la tabla de posiciones del torneo:

Fuente: Revista Sábado, Semanario para todos al Servicio de la Cultura y la Democracia en América, 8 de septiembre de 1948.

Fuente: Revista Sábado, Semanario para todos al Servicio de la Cultura y la Democracia en América, 18 de septiembre de 1948.

Igualmente, el semanario reseñaba el sobresaliente desempeño de los equipos bogotanos a esa altura del certamen. En particular, destacaba que Santa Fe tenía la valla menos vencida (8 goles en contra), mientras que su rival poseía la delantera más efectiva (25 tantos a favor). Para completar la hegemonía del fútbol capitalino, el equipo de la Universidad Nacional ocupaba el cuarto lugar (detrás del Atlético Junior, a la postre subcampeón).

“Es verdaderamente diciente para los tres equipos bogotanos –Santa Fe, Millonarios y la “U”- la colocación que a la altura de la quinta fecha del campeonato nacional observan, ya que los dos primeros ocupan la cabeza y el segundo puesto del cuadro de puntuación”, destacó Sábado.

Al día siguiente, Santa Fe se terminaría imponiéndo a su rival de patio con marcador de 5-3. Los goles santafereños fueron autoría de Jesús Lires López (3), Germán Antón y Canoíta Prieto. Mariano Orozco, Alfredo Castillo y Alfonso Rodríguez descontaron para los azules.

Una semana después, la citada revista titularía su sección deportiva destacando que “Santa Fe puntea firme en el torneo nacional”. Luego del clásico, el «Expreso Rojo» sumó 11 puntos en la tabla de posiciones, ampliando a 3 la ventaja sobre su escolta Millonarios. Por esta razón, el primer clásico fue además un gran paso para conseguir ese primer título de la era profesional, logrado a finales de ese año.

Así mismo, Sábado destacó que el clásico capitalino había sido el partido con más público en lo que iba de historia del fútbol en la ciudad: “En Bogotá, y ante la más grande concurrencia que se haya visto en esta clase de espectáculos, el equipo Santa Fe se impone valerosamente a su gran adversario: Los Millonarios”.

Este domingo, 67 años después de aquel encuentro, se espera una magnitud semejante a la vivida ese 19 septiembre de 1948, con tribunas abarrotadas, en un espectáculo en el que rojos y azules deleiten con juego limpio y de alto nivel a todos los aficionados que desde las graderías tengan la oportunidad de verlo.

El gol de su vida fue el gol que no hizo

Por Eduardo Galeano

Aquella no era una tarde de un domingo cualquiera del año 1967.

Era una tarde de clásico. El club Santa Fe jugaba contra el Millonarios, y toda la ciudad de Bogotá estaba en las tribunas del estadio. Fuera del estadio, no había nadie que no fuera paralítico o ciego.

Ya parecía que el partido iba a terminar en empate, cuando Omar Lorenzo Devanni, el goleador del Santa Fe, el artillero, cayó en el área. El árbitro pitó penal.

devanni afiche

Devanni quedó perplejo: aquello era un error, nadie lo había tocado, él había caído por un tropezón. Quiso decírselo al árbitro, pero los jugadores del Santa Fe lo levantaron y lo llevaron en andas hasta el punto blanco de la ejecución. No había marcha atrás: el estadio rugía, se venía abajo.

Entre los tres palos, palos de horca, el arquero aguardaba.

Y entonces Devanni colocó la pelota sobre el punto blanco.

Él supo muy bien lo que iba a hacer, y el precio que iba a pagar por hacer lo que iba a hacer. Eligió su ruina, eligió su gloria: tomó impulso y con todas sus fuerzas disparó muy afuera, bien lejos del gol.